El número 2 representa la energía femenina, la suavidad, la empatía, la conexión y la capacidad de ver las dos caras de una misma verdad. Es la energía del equilibrio, la diplomacia y la armonía.
Mientras el 1 abre caminos, el 2 los cuida, mientras el 1 impulsa, el 2 sostiene. Las persona con un 2 en misión son compasivas, sensibles, vinieron a traer paz, a calmar tormentas, a recordarle al mundo la importancia de la ternura, la paciencia y la cooperación. El 2, a diferencia del 1, no busca destacar ni competir, sino a crear vínculos auténticos.
A estas personas siempre le favorecerán las sociedades y el trabajo en equipo. Tienen el don de leer el alma de otros y acompañar desde el amor, por eso los demás suelen buscarlos cuando están atravesando momentos difíciles, porque su escucha y contención sanan.
Sin embargo, su gran don puede convertirse también en su mayor desafío, pues por evitar el conflicto muchas veces ceden más allá de lo que deberían, o tienden a callar su verdad para no incomodar, y en ese intento de mantener la paz externa, pueden perder su paz interna.
El 2 necesita recordar que su dulzura no es debilidad, que sensibilidad realmente es una fortaleza y que puede cuidar del otro pero primero cuidándose a sí misma. Son personas leales, detallistas y muy responsables. Tienen alma de niño, inocentes y confiadas, por lo que es muy importante que aprendan a poner límites y a proteger su energía.
Las personas misión 2 vinieron a enseñarnos que la verdadera fuerza está en la suavidad, que el amor puede más que el poder y que cuando elegimos ayudar en lugar de competir, la vida se vuelve más ligera, más humana y más consciente.
Cuando el 2 se desconecta de su luz, su dulzura y empatía pueden transformarse en inseguridad, miedo y exceso de dependencia emocional. Su necesidad de armonía lo lleva a evitar el conflicto a cualquier precio, incluso a costa de su propia voz, entonces se guarda lo que siente, calla todo lo que le duele y aparenta calma, aunque por dentro realmente esté llena de dudas o tristezas.
Un 2 en desequilibrio puede volverse tímido, indeciso o muy exigente consigo mismo, sintiendo que no es suficiente o que los demás siempre pueden hacer todo mejor. Tienden a ser salvadores y a anteponer las necesidades de los demás sobre las de ellos, lo que los va desconectando de su poder y hacen que se vaya apagando su luz.
También pueden ser muy sensibles a la crítica y cuando alguien lo hiere, su dulzura se transforma en exceso de ira e incluso conductas agresivas.
La clave para equilibrar esta vibración es recordar que no necesitan la aprobación externa para sentirse seguro, pues cuando confía en su voz interior, su sensibilidad se convierte en su mayor fortaleza.
Frase guía: “Mi sensibilidad es mi superpoder.”
Reflexiona:
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¿Estás usando tu empatía para conectar o para cargar con lo que no te corresponde?
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¿Qué relaciones necesitan más equilibrio entre dar y recibir?
Acción:


